La juventud ¿más violenta o menos violenta?
Muchos equívocos y poca objetividad
Luis Caputo
“Nuestra juventud es decadente e indisciplinada. Los hijos no escuchan ya los consejos de
los mayores. El fin de los tiempos está próximo. ”
“Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene
el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos de hoy son verdaderos tirano s. Ellos no se
ponen de pie cuando una persona anciana entra. Responden a sus padres y son simplemente
malos.”
Las frases, que parecen dichas ayer por adultos preo cupados, tienen cierta antigüedad: la primera
data de hace aproximadamente cuatro mil años, es un d icho anó nimo caldeo ; y la segund a
pertenece al sabio griego Sócrates que la pr onunció antes del año 440 a.C.
En América Latina el año 2011, en término s histórico s, es un momento de tensio nes, de intento de
construcció n de lo s derecho s juveniles, pero a su vez, de continu idad de violaciones largamente
denu nciad as.
En toda Latino amér ica está dándose un fenó meno so cial -preocupante, sea cual fuere el
ángulo desde el que se lo aborde- , deno minado judicialización de la juventud, y que co nsiste
en responsabilizar directamente a lo s sectores juveniles -y de niños y niñas- de la mayor ía de
los problemas relacio nados con la violencia. Es una imagen muy fuerte, co nfir mada por
investigacio nes importantes incluso , que conllevan una cuestión agravante, cual es que no se
trata de un prejuicio portado por los adultos solamente, sino aceptado como propio por lo s
mismos jóvenes, que así dejan de verse co mo víctimas de ciertas situacio nes realmente
violentas, y asumen una culpabilidad que es hasta estigmatizante.
La id ea de que la población juvenil es la más violenta no es ingenua, sino una constr ucción
intencional e intencionada. Tenemos realidades in negables; por un lado, hay diversos estud ios
que muestran una alta co rrelación entre el aumento de la deso cupación juvenil y la
fragmentación social y el aumento de las tasas de delito; y, consecuentemente, el au mento de
las oportunid ades educativas y labor ales en la juventud, implican la reducción de d icha tasa.
Suele presentarse -desde un reduccio nismo interesado, insistimos- a los jóvenes ligados de
manera directa a la violencia, y sobre esta vincu lació n artificial se construye un discurso
auto ritario -represivo y de desco nfianza, sobre todo hacia los jó venes más exclu idos, a
quienes se lo s ve como amenazantes, portado res de violencia, peligrosidad, etc.
Un buen ejemp lo de esto puede encontrarse en el Co no Sur. En un estudio reciente sobre
juventudes sudamericanas, coordinado por Ibase Brasil, se confirmó que a la ju ventud toda se
le end ilga problemas de inseguridad, se los acusa peyorativamente de holgazanes, apareciendo
como un chivo expiator io de los dramas de la sociedad. Po r ejemplo, en Paraguay, al
preguntárseles a dos mil encuestados, si la juventud es más o menos peligro sa que lo s
adultos, las cifras relevadas son co ntundentes: el 55% co nsideró que la juventud es más
Contrastes: violencia y accesos restrictos: Sin dudas, dos variables que discriminan
fuertemente lo s derechos y las posibilidades de integración a una so cied ad, son la educació n y
el emp leo. Durante la pr imera ju ventud resultan d ecisivas las posibilidades de “estudiar”, y a
medida que se avanza en edad, se tor na crucial las oportunidades de acceso al “mercado
laboral”. El tener un trabajo decente, además de su fu nción socializadora e identitaria,
sig nifica contar remu neració n, lo cual resulta fundamental para acceder a diversos derechos.
Si la situación es a la inver sa para la persona joven, se tienen pocas po sibilidades reales el
desarrollo educativo y laboral, la coloca ante una puerta abierta hacia la frustración, el
desánimo y, también, hace más probable su vu lnerabilidad ante distintas situacio nes de
violencia.
De allí que la de los jóvenes violentos es una caracterización fa lsa. Cuando se estudia este
fenómeno , no hay pruebas r igur osas que demuestren la asociació n entre juventud y delito . Y
es más, impactantes cifras estadísticas que pueden extraerse de estudios r igurosos -
puntualmente el Mapa de la Violencia: Los Jóvenes de América Latina 2008, elaborado por la
RITLA, el Instituto Sangari y el Ministerio de Justicia del Gobierno Federal de Brasil-,
indican que en todo caso la juventud es la qu e se lleva la peor parte de la vio lencia que circula
en la sociedad. La infor mación dispo nible a partir de las med icio nes hechas para la
elabo ració n de dicho mapa, muestran todo lo contrario a la supuesta imagen de `ju ventud
violenta´ y per mite dimensio nar los procesos que pro vo can que las mayores tasas de muer te
por violencia en Latinoamérica la padezcan precisamente las per sonas jó venes.
En los grupos focales realizados recientemente en varios estudio s sudamericanos, las personas
jóvenes entrevistadas hicier on mención a que la violencia asume d istintas fo rmas y afecta más
a unos seg mentos que a otros. Señalaro n que puede ser sufrida en fo rma directa por jóvenes
de sector es desfavorecidos, pero además indicaron la mayor par te de las juventudes tienen
como eno rme desventaja vivir generacionalmente en una época cuya base so n las relacio nes
sociales violentas, que deviene de la negación de sus derecho s.
Al analizar las desventajas de ser jo ven, denunciaron las discriminacio nes y las enormes
barreras que les antepone la sociedad y el Estado: “la ju ventud es un sector olvidado y
postergado de la sociedad” Por su parte, la juventud rural co menta que dicha discr iminació n
etarea se manif iesta con “el meno sprecio de la sociedad por la co ndu cta en la etapa juvenil”.
peligro sa, el 62% considera también que la juventud es más vio lenta que los adu ltos y el 54%
que es menos ad icta a trabajar que lo s mayores. Y el seg mento más cr ítico hacia la juventud,
son las personas mayor es de 30 año s. ¿Per o esto es riguro samente así? Debe tenerse en cuenta
que esto s resultados son per cepciones, simplificacio nes de una realidad que no se conoce
objetivamente. Lo que debería hacerse es co ntraponer las co n otro s indicadores, con lo s
cientos de miles de jóvenes que hacen cosas: que estud ian, que trabajan, que emprenden
actividades po sitivas para la comunidad, y con las cifras de aquellos jó venes que están
inactivos pero con expectativas de superación y altas intenciones para contr ibu ir co n el país.
No s interesa, antes de vincu lar vio lencia a la gente joven, explo rar el recorrido difícil:
Educación y Trabajo . Los efecto s de los procesos de exclusión aumentan entre la població n
joven, puesto que los ind ividuos de esa franja de edad se encuentran en un mo mento de
intensa organización personal y social. La socialización de jó venes ocurre, po r lo general, en
un escenario de escasez de alternativas para satisfacer necesidades y deseos per sonales y
colectivo s. Al mismo tiempo, los y las jó venes viven en una so ciedad que llama al consu mo
permanentemente.
Asimismo, to do s los grupos coincidieron que tal discr iminación se intensifica al empeorar se
la situació n de la clase social y el nivel de escolar idad del joven y su familia.
A su vez, al analizar la vio lencia, indicaron que la juventud es un perío do de la vida do nde se
intensifican las contradicciones, en el cual muchos jóvenes terminan resignándo se a su
situación: “po r un lado vivís to do s los días pensando en el futuro, pero, po r otro lado, en el d ía
a día para po der seguir viviendo al día siguiente (…) porque no tenés garantizado ni lo uno, ni
lo otro ”.
Aclararo n que si el joven no enfrenta dicho cuadro, por ejemplo, mediante la participació n en
organizacio nes, existe una alta pro babilidad de terminar amo ldándose a la injusta situación,
desencantándose de la sociedad, o d irectamente asfixiado po r las contradicciones. Y así
algunos pueden caer en “en el alcoho lismo, en la adicció n, otro s caen en la delincuencia, no es
que cuando nace el jo ven ya es así…”
El estudio de la RITLA ( Waiselfisz, 2008) “Mapa de la Violencia…”, muestra el notable
crecimiento de las tasas de homicidios juveniles q ue hace el alto peligro que tiene la ju ventud
de 15 a 24 años de ser asesinado, por ejemplo en Paraguay en el 2004 se llegó a 84,3%, país
ubicado en el 7 mo lugar en el continente.
Respecto a las muertes vio lentas por accidentes de tránsito, Paraguay presenta la mayor tasa
de victimas juveniles -mueren proporcio nalmente más jóvenes que no jóvenes- de la r egión.
Según el mismo estud io, muere un 41% más de personas jóvenes; constatando que las tasas
juveniles creciero n el 29,5%.
La otra causa externa de muertes de jóvenes paraguayos es el suicidio, incrementándose casi
el 152% entr e 1994 y el 2004, representando el más alto aumento de todos los países de la
región. Asimismo, al co nsiderar la tasa de victimas ju venil por suicidios (2,84), Paraguay se
ubica segu ndo luego de Nicaragu a.
Así var ios países de la reg ión se ubican entre los que sufren co n más intensidad la
victimización ju venil (ind icado r que surge de la diferencia entre la tasa adu lta de muertes po r
violencia versus la tasa joven). La reg ión latinoamer icana está, en general, en lo s primeros
lugares en cuanto a muertes por accidentes de tránsito, suicid ios y ho micid ios. Pero este triste
privilegio no es casual, sino causal: de todas las variables estudiadas, el au mento de la
concentración de ingreso es el mejo r ind icativo en el caso de países socialmente mu y
desiguales, pues representa la var iable explicativa de mayor peso correlacionada a los alto s
índices de victimización juvenil. Dicho infor me encontró en la base de datos para la región,
que a mayo res índ ices de muertes de jóvenes, mayores so n las brechas en la riqueza entr e lo s
sectores altos y empo br ecido s.
El mapa elabo rado por la RITLA, señala en este sentido, que “el fenómeno de la vio lencia,
principalmente la homicida, es resultado de una gran var iedad de factores que se concatenan
de manera específica para pr oducir el hecho vio lento. Po r eso preferimo s hablar de
mecanismos de deter minació n y no de relaciones causales”.
Luego aparece el nivel institucional, y se incluye aqu í diversos tipo s y mecanismo s de crisis
en las instituciones básicas de nuestra sociedad que fu ncionan también co mo “inductor es de la
violencia moderna”. Entre estos indicador es pueden mencio narse la desestructuració n
familiar, insuficiencia educativa, crisis de las institucio nes políticas, erosión de lo s estatutos
morales etc. Finalmente se llega a los facto res ubicado s en el nivel individual,
fu ndamentalmente los psicoló gicos que, en determinadas situacio nes, pueden generar
condicio nes de resistencia a las reacciones potencialmente violentas.
En este punto, es importante señalar un detalle destacado po r el Mapa d e la Violencia, como
el que mayor incidencia tiene en lo s índices de violencia en to da Amér ica Latina, co nstituido
por los “factores relacionados co n o derivados d e la fuerte concentración de la r iqueza qu e
impera en la reg ió n”. En palabras de estos expertos, “más que la pobreza abso luta o
generalizada, es la pobreza dentro de la riqueza, los co ntrastes entr e ambas, con su secuela de
maximizació n y visibilidad de las diferencias, la q ue tendría un mayor poder de determinación
de los niveles de ho micid io de un país”.
“Ya so n histó ricas las tasas de concentració n de la riqueza que caracterizan a la región. A lo
largo de las ú ltimas décadas, América Latina siempre presentó los índ ices Gin i1 en to rno a
0,50, mientras los países de la OCDE y lo s de ingr eso elevado alrededor de 0,34; en el Medio
Or iente y en África del Norte cerca de 0,40; en Euro pa Oriental en torno a 0,29; en Asia
Or iental y Pacífico en torno a 0,39. Sólo África Subsahariana se aproxima a los índ ices de
América Latina: alrededor de 0.47. Los dato s más recientes, que cor respo nden al año 2006,
indican que, en esa categoría, poco ha cambiado. La gran mayoría de los países de la regió n
aún presenta índices Gin i superiores a 0,5 y en algunos casos, como los de Bo livia o Brasil,
super iores a 0,6”, se infor ma en el Mapa de la Violencia, con datos aportados por organismo s
inter nacio nales2.
Pero además del facto r económico, en nuestros países sufrimo s realidades particulares,
propias del tradicionalmente llamado Tercer Mundo, donde el crimen organizado se sirve de
niños y jó venes, esclaviza a las adolescentes para el tráfico y explo tación sexual, o los usa
para robos de auto s, para el narcotráfico , y otras d iversas vejaciones so ciales, eternamente
denunciadas, y eternamente ignoradas por la volátil “o pinión pública” y por las ciencias
urgidas po r agend as marcadas por intereses económicos super ficiales, siempre beneficiosos
para lo s grupo s histó ricamente privilegiado s.
La relación entre pobreza y violencia homicida
Tengamos en cuenta que en gener al, los países más democratizados de Europa tienen meno s
de un ho micidio por cada cien mil habitantes. Según la OPS, América Latina pasó de una tasa
de ho micidios de doce cada cien mil personas en 1980 a veinticinco en el 2009. Teniendo en
cuenta estas circunstancias, un joven latinoamericano , cualquiera sea su co nd ició n social, vive
en un contexto con una tasa de criminalidad hasta cincuenta veces mayor respecto al ámbito
que disfruta un joven dinamarqués, holandés o fin landés; es decir, comparativamente tiene
una pro babilidad cincuenta veces mayor, de mor ir en las calles por el flagelo de la vio lencia,
que un joven europeo.
En el marco de estos datos, se vuelve necesario revisar las concepciones sobre la ju ventud, el
orden, y hasta el desarro llo, proponiendo un paradigma sup erado r de las tradicio nales
perspectivas que privilegian siempre las mismas recetas ideoló gicas. Es decir, si la mirada
pesimista o aterrorizada hacia la ju ventud que cir cula tiene una base falsa, es necesar io u n
cambio en las respuestas de la sociedad: en vez de limitar las libertades y anular las
potencialidades cr eativas y las posibilidades de emancipación de la juventud, hay que hacer
un rotundo cambio hacia su inclusión.
El rol del Estado como garante de los derechos ciudadanos
Estamo s frente a la ur gente necesidad de un camb io cualitativo de enfoque que abarque a lo s
Estado s, a las d irigencias empresar iales y la sociedad civil, donde las políticas econó micas,
sociales, educativas, de salud, trabajo y de juventud, etc. deben poner el eje en la
democratizació n sustancial del país y en profundas reformas de las estructuras so ciales que
pongan fin a las acotadas falta de oportunidades ju veniles. Necesitamos Estados fuertes y
eficientes que impu lsen el desarro llo su stentable, per o que no se ago te en so luciones
tecnocráticas, sino Estados con capacidad de convocar, dialogar y escuchar las demandas de
la sociedad y su s nuevas generacio nes y, a su vez, apro veche para el progreso del país la
relevancia contenida en la fuerza y creatividad de la gente joven.
La educación está entre las principales metas iniciales de un joven; pero como sabemos hay
enormes problemas estructurales del sistema ed ucativo. En este sentido, es indispensable
discutir y consensuar las principales funciones de la educació n que apu nten a democratizar el
acceso y permanencia, así como la cu ltura escolar. Lo cual supone escuelas y co legio s
profundamente demo cráticos, formado res de pensamiento crítico, que distribuyan
equitativamente conocimiento , fortalezcan la identidad latinoamericana, apu nten a una
for mación integral que estimule la participació n ciudadana, y los prepare para construir
proyectos profesionales o para insertarse en trabajos que tengan co mo eje la pro ductividad
sostenida. Es decir, una fo rmación que ofrezca una formació n general de calidad para contar
con jóvenes impulsores de altos niveles co operación y co mplementació n, d ireccionado así el
modelo educativo a la equidad y la integración so cial.
Si a la política se la entiende como lucha de inter eses de profesionales ded icado s a la
actividad política sin vínculo algu no con pr incipios ético s, como mera defensa de interés
Ahora, si hay un enorme interés en la po lítica entendida como el bien común de la
comunidad. Sin dudas, hay u na enorme valoració n del pu eblo en aquello qu e considera el
ejercicio virtuoso de la po lítica, como la actividad esperada para la realizació n integral de
cada ciudadano como ser humano. En este sentido, a la mayo ría de la ciudadanía le interesa
que la democracia se dé en todos los aspecto s de la vida, no solamente en un día de
eleccio nes. En este sentido, la valoración es enorme con mucho contenido potencial para
nuestras democracias, hay un fo rmidable inter és en la po lítica como ámbito de realizació n, de
responsabilidad y cooperación entre todos, co mo espacio de emancipació n, esto último más
todavía para la juventud.
Entonces ¿Qué podemos hacer?
La respuesta a esta pregunta depende en parte de cada Estado y en parte de la sociedad adulta.
La solució n a los problemas que padece la juventud son inalcanzables? Defin itivamente NO.
A la inversa, de tener espacio s de expresión y o po rtunidades concr etas, las generaciones
jóvenes so n precisamente la so lució n a muchos de los pro blemas del país. En este sentido, se
postula desde el enfoque de juventud-ciudadana, las siguientes hipótesis para el trabajo
responsable con jóvenes:
1. En to das las comu nidades, en todas partes (campo, ciudad), predomina una mayo ría de
juventudes, sea cual sea su condición social, que exhiben ganas de superación,
preocupación por la familia y la comunidad, aunque encuentran barreras para
encaminar sus aspiraciones y co ntribuir con la so ciedad.
2. Las juventudes presentan d iversas situacio nes, cambiantes y a veces contradictorias.
Dichas situacio nes provienen de la estructura so cial y del entono económico, social,
cultural y esp iritual. La vid a ju venil depende d el ambiente, del apoyo o valoración que
los adultos y las instituciones hagan de las personas jó venes en cada contexto familiar,
educativo, comunitario y político más gener al, que pueden ser más o meno s
auto ritario s, más o meno s democráticos, pero que siempre definen pro fundamente las
configuraciones subjetivas de las perso nas que en ellos van desarrollando su s
identidades, individuales y co lectivas.
3. La confianza en la ju ventud, y el apo yo a sus demandas e intereses mediante proyectos
compartidos concretos, pueden crear nuevos procesos para vincu lar la ju ventud al
conocimiento, profundizar la democracia, y ofrece así po sibilid ades de desarrollo
sustentable y equitativo par a todo el continente.
4. En este sentido, para generar condicio nes favo rables para las juventudes, un pr imer
paso, es emprender modif icaciones en la actuación de los d ir igentes adultos -políticos,
sociales, empresar iales-, po sibilitando desde la protecció n y la coo peración, el
surg imiento de alianzas con las nuevas generaciones que abran nuevas posibilidades
para todos y todas.
5. En efecto, si no se pierde más tiempo, med iante el desarrollo de una rápida capacidad
de respuesta a los requerimientos y demandas juveniles más urgentes, con programas
y proyectos para jóvenes - desde servicios del Estado , pasando por las dinámicas de
los centro s educativo s, hasta la apertura de la comunidad-, se podrán superar las
perturbaciones y desalientos que sufren miles de jó venes.
propio o co rporaciones cerradas, o como actividad destructiva de capacidades, como pur o
inmed iatismo o engaño, buena parte se aleja de la po lítica. Y cuando se percibe esto, se
contrae la participación política.
La juventud, más que nunca, requiere de “aliados”. Necesita que se cambie la ideología o
representacio nes imaginarias respecto al su jeto jo ven y, sobre todo, que se transfor men las
prácticas respecto a la juventud. Por tanto, se requiere apartarnos de las visiones pesimistas o
que visualiza a la gente jo ven como o bjetos pasivos, que se pueden amoldar co n disciplina y
siempre desd e arriba.
De allí que para colabo rar co n la juventud, es preciso hacer esfuerzos de “encuentro s”,
tend iendo puentes de diálogo intergeneracionales e intragener acio nales, pr omoviendo
influencias recíprocas entr e adultos y jóvenes, par tiendo de la premisa que todos pueden
enriquecerse del prójimo, sea cual sea la edad.
Qu izá para llevar adelante esta tar ea nos podamos inspirar en las accio nes de Jesús “...y
tomándolos en los bra zos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía”, o en su
aleccio nador consejo “no se los impidaís, porque de ellos es el reino de los cielos”; o también
en la Co nvenció n de los Derechos de los Niños y Ado lescentes -redactada dos mil año s
después de los Evangelio s-, así co mo en el paradigma de juventud co mo “sujeto de derecho s”,
que sin dudas nos ofr ece u n “nor te” para aportar a un reno vado modo de pensar la juventud,
de manera de encontrar caminos para su emancipación.
Bibliografía requerida
Rodríguez, Ernesto (2005). Jóvenes, Conflicto Urbano y Ciudadanía en América Latina y
el Ca ribe: Un desafío para las Po líticas Públicas. Seminario “Conflicto Urbano y Jóvenes:
Conflictos por Territorio y Participación” (Bogotá, 23 de junio de 2005). Platafor ma
Conflicto Urbano y Jóvenes ( PCUJ), CIVIS Suecia, Agencia Sueca de Cooperació n
Internacional para el Desarro llo (ASDI), Univer sid ad Jorge Tadeo Lozano.
http://www.celaju.org/do cumentos/2005.htm
Lecturas complementarias
Caputo, Luis (2010). Juventud, fragilidad social y formas violentas de solucionar
conductas de riesgo. BASE IS. Asunción.
Caputo, Luis (2010) Juventud es chivo expiatorio de dramas de la sociedad, Entrevista
Diario abc. Paraguay. http://www.abc.com.py/nota/88496-juventud-es-chivo-expiato rio-de-
dramas-de- la-sociedad/
IBASE (2009). Sociedades sudamericanas: qué dicen jóvenes y adultos sobre las
juvent udes. IBASE/POLIS/I DRC. Río de Janeiro.
http://www.baseis.o rg.py/base/h_ libros.php?pagina=4
IBASE (2008). Juventud e integración sudamericana: caracterización de situaciones tipo
y organizaciones juveniles. 6 demandas para const ruir una agenda co mún.
IBASE/POLIS. Río de Janeiro. http://www.baseis.o rg.py/base/leermas.p hp ?noticia=24
No vaes Reyes, Reg ina. (2010).Todo joven conoce hoy la muerte de algún par, Entrevista
Página/12 Argentina, (Mariana Carbajal).
http://www.baseis.o rg.py/base/leer mas.php?noticia=21
Reguillo , Ro ssana (2010). Nuevas gramáticas y metáfora s para pensar a los jóvenes hoy,
Entr evista IADE. http://www.baseis.org.py/base/leermas.php?noticia=83
Bibliografía citada
IBASE (2009). Sociedades sudamericanas: qué dicen jóvenes y adultos sobre las
juvent udes. IBASE/POLIS/I DRC. Río de Janeiro.
http://www.baseis.o rg.py/base/h_ libros.php?pagina=4
IBASE (2008). Juventud e integración sudamericana: caracterización de situaciones tipo
y organizaciones juveniles. 6 demandas para construir una agenda común.
IBASE/POLIS. Río de Janeiro. http://www.baseis.o rg. py/base/leermas.p hp ?noticia=24
RITLA (2008). El Mapa de la Violencia: Los Jóvenes de América Latina 2008. RITLA/
Instituto Sangari/ Ministerio de Justicia del Gobierno Federal de Brasil.
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